Antes de darme cuenta, mis días de vago se acabaron y entré a la preparatoria de mi distrito. Al principio me arrepentí de
haberlo hecho, pues mi colegio estaba en la cima de una colina bastante alta. Ni siquiera en primavera se podía uno librar
del calor y el sudor, por subir un camino tan empinado; estaba claro que mi plan de "ir al colegio en forma placentera"
no iba a funcionar. Cada vez que me acordaba de la subidita, y de que tendría que repetirla todos los días por los próximos
tres años, me sentía cansado y deprimido. Hoy me quedé dormido, quizás por eso es que caminé mucho más rápido y me cansé tanto.
Me podría haber levantado diez minutos antes, pero, como todo el mundo sabe, el mejor sueño llega justo antes de la hora de
levantarse. No quise malgastar esos preciosos diez minutos, así que decidí no levantarme. Supongo que voy a tener que repetir
este ejercicio matutino por los próximos tres años. Pensar en ello es aún más deprimente.
Esa fue la razón para que mi cara fuese la única seria en la ceremonia de ingreso, que sólo es una pérdida de tiempo.
Todo el mundo tenía cara de "comenzamos una nueva aventura", esa mirada "esperanzada, pero llena de dudas"
que todo estudiante tiene cuando llega a un nuevo colegio. No era mi caso; varios compañeros de mi antiguo colegio estaban
también en éste. Incluso había algunos amigos. Por eso es que no me veía tan preocupado (o emocionado) como los demás.
Los chicos vestían chaquetas, y las chicas el uniforme marinero. Vaya combinación más rara. Quizá el director, que parecía
invitarnos a dormir con su discurso inaugural, tenía algún fetiche con los uniformes marineros. Mientras pensaba en estas
tonterías, la estúpida ceremonia por fin terminó. Junto a mis nuevos compañeros que, quiéralo o no, tendría que ver por el
resto del año, entramos a la sala de clase 1-5.
Nuestro profesor jefe, llamado Okabe, con una sonrisa que seguramente practicó durante una hora frente al espejo, se
plantó frente a la clase y se presentó. Primero dijo que era profesor de educación física, y que estaba encargado del equipo
de fútbol. Luego empezó a hablar acerca de cuando todavía estaba en la universidad y jugaba en el equipo de handball, e incluso
ganó el campeonato, y de cómo este colegio carecía de jugadores de handball, por lo que cualquiera que entraba se haría titular
enseguida. Después se largó a hablar acerca de que el handball era el deporte más interesante del mundo y tal. De repente,
justo cuando pensaba que nunca se iba a detener, dijo:
"¡Y ahora vamos a presentarnos!"
Algo bastante común, así que no me sorprendí.
Uno a uno, desde la izquierda, comenzamos a presentarnos. Primero alguien levantaba la mano y luego decía su nombre, el
nombre de su colegio anterior y algún otro dato, como un hobby o una comida preferida. Algunos lo hicieron farfullando, y
hubo unos pocos cuyas presentaciones fueron bastante interesantes, mientras otros intentaron algún chiste malo para disminuir
en algún grado la tensión al interior de la sala. A medida que las presentaciones continuaban, se acercaba mi turno. ¡Me estoy
poniendo nervioso! Todo el mundo debería entender como me siento, ¿no?
Cuando pude terminar mi presentación - muy bien pensada y de una duración mínima - sin mayores problemas, me senté con
ese alivio del que ha acabado algo incómodo pero necesario. La persona ubicada detrás de mí se puso de pie y - ah, seguro
que voy a recordar esto por el resto de mi vida - pronunció las palabras que serían tema de conversación durante mucho tiempo.
"Haruhi Suzumiya. Vengo de la secundaria Este."
Hasta aquí su presentación todavía era normal, así que ni siquiera me molesté en girar para mirarla. Me quedé mirando
hacia el frente y escuchando su voz tajante.
"Los humanos comunes no me interesan. Si alguien aquí es un alien, un viajero temporal, o tiene poderes paranormales,
¡acérquense! Eso."
Luego de oír esto, no pude sino darme la vuelta.
Tenía el cabello negro, largo y fino. Mientras el resto de la clase la miraba, su hermoso rostro se llenaba de osadía
y desafío. A través de los ojos centelleantes y las largas cejas brillaban su seriedad y su determinación. Tenía los labios
pequeños y muy apretados.
Todavía recuerdo cómo brillaba su cuello blanco... sí, resultó ser bastante bonita.
Haruhi, con su mirada provocadora, examinó lentamente al resto de la clase, se detuvo para contemplarme (yo tenía la boca
completamente abierta), y luego se sentó sin siquiera sonreír.
¿Qué clase de melodrama era éste?
En ese momento, creo, en las cabezas de todos había un signo de interrogación, y todo el mundo parecía confundido, sin
saber cómo reaccionar. "¿Debería reírme?". Nadie sabía.
Bueno, viéndolo ahora, está claro que no estaba tratando de ser melodramática o divertida; Haruhi nunca está bromeando.
Ella siempre va en serio.
Lo aprendí de la manera difícil, así que no hay duda posible.
Luego de que las hadas del silencio bailaran por la sala de clase durante unos 30 segundo, el profesor Okabe, vacilando
un poco, señaló al que debía presentarse a continuación, y la tensión desapareció.
Así es como nos conocimos.
Inolvidable. Realmente quisiera creer que fue una coincidencia.
Después de haber logrado la atención de todos el primer día, Haruhi se comportó como una inocente colegiala.
Ahora entiendo lo que dicen acerca de la calma antes de la tormenta.
La cosa es que todos los que llegan a este colegio - gente con notas medianamente buenas - vienen de alguna de las cuatro
escuelas básicas de la ciudad, incluyendo la secundaria Este; lo que significa que en la clase debería haber gente que fue
compañera de Haruhi allí, y que supiera qué significaba su aparente tranquilidad. Lo malo es que yo no los conocía, así que
nadie iba a sacarme de mi ignorancia. No me quedó más opción, unos días después de su inolvidable presentación, que hablar
con ella - o al menos intentarlo - antes de clase.
Mi desdicha era como una hilera de fichas de dominó, que ya empezaban a caer. Y yo fui el que empujó la primera ficha.
Es que cuando Haruhi Suzumiya está tranquilamente sentada, cualquiera que la mire sólo verá a una estudiante bonita. Y
como me siento justo delante de ella, pensé que podría iniciar una conversación. Ingenuo, sí. Que alguien me devuelva el sentido
común a golpes, por favor.
"Oye."
Giré mi cabeza con naturalidad, mientras ensayaba una sonrisa igual de natural.
"Lo que dijiste al presentarte, ¿iba en serio?"
Haruhi Suzumiya tenía los brazos cruzados y cara de pocos amigos. Sin moverse, me miró directamente a los ojos.
"¿Qué cosa 'que dije al presentarme'?"
"Bueno, lo de los aliens y demás, claro."
"¿Acaso eres un alien?"
Esto lo preguntó con la cara muy seria.
"...no, pero..."
"¿Pero qué?"
"...no, nada."
"Entonces no me hables. Me haces perder el tiempo."
Me miró tan fríamente que, antes de darme cuenta, ya estaba pidiéndole disculpas. Haruhi Suzumiya, con algo de desdén,
dejó de mirarme para enfocarse en la pizarra.
Traté de encontrar algo que decir, pero no se me ocurrió nada. Sólo me salvé porque el profesor Okabe entró a la sala
en ese momento.
Volví mi cabeza hacia el frente y me di cuenta de que algunos compañeros me miraban con curiosidad, lo que, por supuesto,
no era muy agradable. Sin embargo, cuando yo los miraba a ellos, me sonreían como si supieran algo, e incluso algunos movían
la cabeza, como si me estuviesen dando su apoyo.
Como ya dije, esto me molestó bastante. Sólo tiempo después sabría que todos ellos habían estado en la secundaria Este.
Decidí mantener cierta distancia de Haruhi; teniendo en cuenta lo desastroso de nuestra primera conversación, me preguntaba
si no sería mejor no tener nada que ver con ella. Así pasó una semana.
Pero claro, había otras personas que querían acercarse a ella, a pesar de su permanente ceño fruncido y su boca cerrada
y seria.
La mayoría eran chicas ruidosas, de esas que ven a alguna compañera sola e inmediatamente intentan ser amables y ayudarla.
Lo que no es malo, si se fijaran en quién están tratando de ayudar.
"Hola, ¿viste el programa de TV de anoche? El que comienza a las nueve."
"No."
"¿No? ¿Por qué?"
"Qué se yo."
"Deberías verlo. Aunque si lo pillas desde la mitad quizá no lo entiendas todo. Ya sé, ¿por qué no te cuento lo que
ha pasado hasta ahora?"
"Cállate. ¡Déjame en paz!"
Y así terminaba.
Una cosa sería que te dijera "no" sin mayor interés; pero Haruhi te daba a entender, con su voz y la expresión
de su cara, que estabas molestando. Entonces quien le había hablado creía que había hecho algo malo, y terminaba diciendo
"Ah, bueno... entonces...", antes de escabullirse, pensando si había dicho algo inadecuado o raro.
Tranquilos. No lo hicieron. Lo único raro aquí es la cabeza de Haruhi Suzumiya.
En realidad no tengo ningún problema con comer solo, pero hacerlo mientras en todas las mesas hay gente charlando podría
provocar algún rumor. No es que sea ésa la razón, pero a la hora de comer, acercaba mi escritorio al de Kunikida, con quien
éramos más o menos amigos en la secundaria, y Taniguchi, un alumno de la secundaria Este que se sentaba cerca mío.
Entonces Haruhi Suzumiya se convirtió en el tema de la conversación.
"Oye, tú hablaste con Suzumiya el otro día, ¿no?"
El que preguntó de repente fue Taniguchi. Bueno, habrá que asentir.
"Probablemente te fulminó con alguna incoherencia."
Tú lo has dicho.
Mientras se echaba un huevo duro a la boca y lo masticaba, dijo
"Si estás interesado en ella, lo diré sin rodeos. Olvídalo. Ya deberías saber que Suzumiya es una freak."
A modo de presentación, dijo que habían sido compañeros de clase por tres años en la secundaria, así que hablaba con conocimiento
de causa.
"Es rara como nada que hayas visto. Pensé que se iba a calmar ahora que es alumna de preparatoria, pero no ha cambiado
en lo más mínimo. Oíste su presentación, ¿no?"
"¿Lo de los aliens y tal?"
Ese era Kunikida, cortando su pescado al horno y sacándole con cuidado las espinas.
"Ajá. En la secundaria también dijo e hizo bastantes cosas raras. La más famosa vendría siendo el incidente del grafiti
en los terrenos del colegio."
"¿Y eso qué es?
"Está este aparato para dibujar líneas con cal, ¿no? ¿Cómo se llamaba? No importa. La cosa es que alguien usó el
aparato para hacer un dibujo gigante y extraño en los terrenos del colegio. Y quienquiera que lo haya hecho, se coló en el
colegio por la noche para poder hacerlo."
Taniguchi comenzó a reírse mientras me contaba el incidente, probablemente porque él mismo lo estaba recordando.
"Cualquiera se sorprendería, ¿no? Llegas al colegio en la mañana y encuentras círculos y triángulos gigantes por
todo el suelo. A esa distancia no podía distinguir lo que supuestamente eran, así que subí hasta el cuarto piso; pero desde
allí tampoco pude."
"Ah, me acuerdo de haber visto eso. ¿No salió en la sección local del periódico? Una foto aérea, parecía un intento
fallido de hacer algo como las Líneas de Nazca."
Ése fue Kunikida. Yo no había oído nada de eso.
"Sí, eso fue. El titular era "Misterioso grafiti en terrenos de una secundaria." Bueno, y luego llegó la
hora de buscar al culpable..."
"¿Ella lo hizo?"
"Lo dijo ella misma, así que tiene que haber sido. Obviamente querían saber por qué lo había hecho. Hasta la llevaron
a la oficina del director. Al parecer todos los profesores se reunieron para interrogarla."
"¿Y por qué lo hizo?"
"Ni idea."
Luego de esa brusca respuesta, Taniguchi empezó a comerse su arroz blanco.
"Parece que no les dijo nada. Trata de sacarle algo a Suzumiya cuando se niega a decir nada y encima te manda esa
mirada asesina suya. No se puede hacer nada. Alguien dijo por ahí que el dibujo era para atraer ovnis. Otro dijo que era un
círculo de invocación para demonios. También se dijo que era una portal hacia otro mundo. Hubo muchos rumores, pero como ella
nunca dio una explicación, nadie sabe la verdad. Todavía es un misterio."
Me imaginé a Haruhi Suzumiya dibujando líneas blancas en la total oscuridad del colegio por la noche, con una expresión
seria en su cara. Probablemente había sacado, con anterioridad, el ruidoso marcador que arrastraba por todos lados y el montón
de bolsas de cal de la bodega del gimnasio. Podría haber llevado una linterna, por lo menos. No pude evitar el pensar que,
bajo la luz parpadeante, el rostro de Haruhi Suzumiya parecía lleno de un abrumador sentido de heroísmo trágico. Sólo era
mi imaginación, claro.
Probablemente era cierto que trataba de atraer ovnis o invocar demonios o abrir un portal hacia otro mundo. Puede que
se haya pasado la noche entera trabajando duro en los terrenos de su colegio. Y al final, cuando ya estaba claro que no iba
a pasar nada, debe haberse sentido realmente desmoralizada. Bueno, en realidad sólo estoy especulando sin fundamento alguno.
"Además hizo muchas otras cosas."
A Taniguchi ya sólo le quedaban los últimos bocados de su almuerzo.
"Una mañana, llegamos a la sala de clase y encontramos todos los escritorios en el pasillo. Dibujó estrellas en la
terraza con pintura. Una vez, incluso, agarró un montón de talismanes extraños, de esos que pones en la cabeza de los muertos
para reanimarlos, y los pegó por todo el colegio. De verdad que no la entiendo.
Haruhi Suzumiya, a todo esto, no esta en la sala en este momento. De otro modo no podríamos tener esta conversación; aunque
en realidad creo que no le importaría en lo más mínimo, aunque estuviese aquí. Hablando de Suzumiya, acostumbra salir de la
sala apenas termina la cuarta hora y no vuelve hasta justo antes de que empiece la quinta. Jamás la he visto traer comida,
así que probablemente coma en la cafetería. Pero no puede tardarse una hora en comer. Ahora que lo pienso, podría decir con
seguridad que nunca está en la sala entre clases. Me pregunto a dónde irá.
"Aún así, es bastante popular con los hombres."
Taniguchi seguía hablando.
"Pero eso es por ser bonita. Y además es buena en deportes y se saca mejores notas que la mayoría. No te das cuenta
de que es una freak cuando solo está ahí sentada."
"¿Hay algúna historia acerca de eso?"
"Hubo un tiempo en que anduvo con varios. Hasta donde sé, el que más le duró fue una semana, y el que menos, cinco
minutos luego de que accediera a salir con él. Siempre fue Suzumiya la que los dejaba, sin excepción. Siempre con la misma
frase. '¡No tengo tiempo para humanos comunes!' Uf, entonces no deberías aceptar cuando te invitan a salir, para empezar."
Probablemente Taniguchi hablaba por experiencia propia. Creo que se dio cuenta de que lo que yo pensaba, porque siguió
hablando sin detenerse.
"Es sólo una historia que escuché. En serio. No sé por qué, pero nunca se negaba a salir con alguien. Para cuando
estábamos en tercero, ya todos sabían como funcionaba la cosa, así que nadie la volvió a invitar. Pero creo que la historia
se va a repetir ahora. Por eso te estoy avisando antes de que se te ocurra alguna locura. Olvídalo. Considéralo como un consejo
amistoso de un compañero."
No hay nada que olvidar. Ni siquiera estoy interesado.
Taniguchi metió su caja de almuerzo vacía en s mochila y sonrió con satisfacción.
"Si me preguntas, la mejor de esta clase es ella. Ryoko Asakura."
Taniguchi hizo un gesto con su mentón, apuntando hacia un grupo de chicas, que hablaban con sus escritorios pegados. En
el centro del grupo, con una alegre sonrisa, estaba Ryoko Asakura.
"En lo que a mi concierne, va a estar entre las tres mejores de nuestro año."
¿Ya conoces a todas las chicas de primero o qué?
"¡Claro que sí! Las clasifiqué de la A a la D, y me aprendí los nombres completos de todas las A. La preparatoria
se vive sólo una vez, así que yo por lo menos pienso divertirme."
"¿Y Asakura-san es una A?" preguntó Kunikida.
"Una AA+, eso seguro. Cuando llegas a mi nivel, te das cuenta con sólo mirarles la cara. Además, estoy seguro de
que es una persona agradable."
Bueno, incluso si asumimos que de entre todas las obstinadas divagaciones de Taniguchi la mitad eran pura basura, era
cierto que Ryoko Asakura y Haruhi Suzumiya se destacaban de formas diferentes.
Para empezar, Asakura era preciosa; además, esa sensación de estar siempre sonriendo que te dejaba era bastante agradable.
Segundo, Taniguchi probablemente tenía razón al decir que era una buena persona. A día de hoy, ya no quedaba nadie que tratase
de hablar con Haruhi Suzumiya; el único ser humano al que las respuestas groseras no desanimaban y seguía tratando era Ryoko
Asakura. Tiene el temperamento de una presidente de la clase. Tercero, a juzgar por sus respuestas en clase, parece ser bastante
lista. Cualquier pregunta que le hagan la responde correctamente. La alumna que todo profesor quiere tener. Cuarto, es popular
entre las demás chicas. Sólo ha pasado una semana desde que empezaron las clases, y ya es la figura central entre las chicas
de la clase. Definitivamente tiene el carisma para atraer a las masas.
Si la comparamos con Haruhi Suzumiya, con su ceño siempre fruncido y sus patrones de pensamiento incomprensibles, cualquiera
elige a Ryoko. Hasta yo, supongo. De todas formas, Taniguchi no tiene oportunidad con ninguna de las dos.
Abril aún no terminaba; Haruhi Suzumiya seguía tranquila, lo que para mí significó un mes de relajación. Pasaría casi
un mes más antes de que sus locuras comenzaran.
Debo decir, en todo caso, que ya me había dado cuenta de algunos comportamientos excéntricos de Haruhi en este tiempo.
Comencemos. Rareza número uno.
Se cambia de peinado todos los días. Descubrí algo así como un patrón luego de observarla un tiempo, que básicamente iba
así: los lunes, Haruhi llegaba se soltaba el pelo, que era largo y liso. Al día siguiente, usaba una cola de caballo perfecta
desde donde se la mirase; le quedaba tan bien que casi no podía soportarlo. Pero luego, los miércoles, venía al colegio con
dos coletas. Y el jueves con tres. Los viernes, finalmente, tenía cuatro mechones hechos al azar, atados con cintas, lo que
se veía bastante raro.
Lunes = 0, martes = 1, miércoles = 2...
A medida que pasaban los días, el número de moños crecía. Después de volver a cero los lunes, crecía nuevamente, a razón
de uno por día, hasta el viernes. Ni idea de qué significaba. Basándome en el patrón, deduzco que terminaría la semana con
seis mechones atados; me pregunto cómo se vería su cabeza los domingos. Sin duda me gustaría verlo.
Rareza número dos.
La clase se separa por sexo para gimnasia, así que las clases 5 y 6 se combinan. Las mujeres se cambian en las salas impares
y los hombres en las pares. Cuando la clase antes de gimnasia termina, los chicos agarramos nuestros uniformes deportivos
y comenzamos a movernos hacia la sala 6.
Mientras eso pasaba, Haruhi Suzumiya ignoraba totalmente nuestra presencia en la sala y comenzaba a sacarse el uniforme.
Luego lo dejaba en el suelo y se ponía el uniforme deportivo, con rostro indiferente, como si los chicos que la mirábamos
fuéramos lo mismo que tomates o zanahorias.
Era en ese momento en que los todos los chicos con la boca abierta y cara de imbécil - me incluyo - eran echados de la
sala por Ryoko Asakura.
Al parecer, luego de eso las chicas, guiadas por Asakura, le dieron un sermón a Haruhi, pero obviamente no lograron nada;
ella siguió cambiándose de ropa sin que le importase un pimiento el público masculino. Razón por la cual los hombres eran
obligados - órdenes de Ryoko Asakura - a salir corriendo de la sala apenas sonase la campana de recreo antes de gimnasia.
Pero qué buena estaba... eh, digo, sigamos.
Rareza número tres.
Básicamente, Haruhi nunca estaba en la sala durante los recreos. Y cuando las clases se acababan, tomaba su bolso y salía
inmediatamente. Al principio, pensé que se iba directo a casa, pero no. Para mi asombro, se unió temporalmente a una gran
variedad de clubes del colegio. Se la podía ver dribleando en el club de basketball, sólo para encontrarla, al día siguiente,
cosiendo una funda de almohada en el club de manualidades, o agitando un palo de lacrosse. Incluso probó en el de béisbol.
Todos los clubes deportivos, sin excepción, querían que fuese miembro. Ella se negaba a sus peticiones y cada día ingresaba
a un club diferente, elegido al azar. Al final, no se quedó en ninguno.
¿Qué era lo que realmente estaba tratando de lograr?
Como consecuencia, el rumor acerca de la "extraña chica de primer año" se extendió como un incendio por el colegio.
Un mes después no había nadie en el colegio que no supiese de ella. Sin exagerar, a comienzo de mayo había gente que aún no
sabía el nombre del director, pero sí el de Haruhi Suzumiya.
En medio de todo este escándalo - bueno, en realidad Haruhi era la única envuelta en él - llegamos al mes de mayo.
A decir verdad, considero más probable el hallazgo de un Plesiosaurio en el lago Biwa que la existencia del destino. Pero
si existe, y afecta a las vidas de las personas desde algún lugar desconocido, supongo que fue en este momento en que mi rueda
del destino comenzó a girar. Estoy seguro de que alguien allá arriba se puso a reescribir mi destino, sin pedirme permiso,
claro.
[Nota: La Semana Dorada es un feriado largo, que reúne cuatro feriados nacionales]
Acaba de terminar la Semana Dorada, y no sé muy bien qué día es. Subo la colina cubierto de sudor, calcinándome debido
a un mes de mayo con clima muy raro... ¿qué demonios le pasa al mundo? ¿Tiene fiebre o qué?
"Eh, Kyon."
Alguien me da una palmada en la espalda. Taniguchi.
Con la chaqueta al hombro, pose despreocupada, el nudo de la corbata suelto y una sonrisa en la cara.
"¿Fuiste a alguna parte por la Semana Dorada?"
"Fui con mi hermana a ver a mi abuela."
"Qué aburrido."
"¿Y tú?"
"Trabajé todos los días."
"¿Y eso es mejor?"
"Kyon, un estudiante de preparatoria no debería estar cuidando a su hermanita en un viajecito para ver a los abuelitos.
Tienes que comportarte de acuerdo a tu edad."
Da la casualidad de que, al decir Kyon, se está refiriendo a mí. Por lo que recuerdo, fue una tía la primera que me llamó
así, hace unos años, luego de un tiempo sin haberla visto. Cuando nos encontramos, dijo "Oh, cómo has crecido, Kyon-kun",
un variación de mi nombre a la que no le encuentro la más mínima gracia. Mi hermana lo escuchó y pensó que era divertido,
así que empezó a llamarme "Kyon-kun". Luego algunos amigos fueron a mi casa y la oyeron llamarme así, y desde entonces
mi apodo es Kyon. Ah, mi hermanita... antes me llamaba "Onii-chan". Vaya mierda.
"Es una costumbre familiar que los primos se reúnan para la Semana Dorada."
Y luego de esa respuesta indiferente, seguí subiendo la colina. La sensación de las gotas de sudor cayendo desde mi pelo
era realmente desagradable.
Taniguchi siguió hablando, feliz, acerca de una chica que había conocido en el trabajo, y de que había estado ahorrando
dinero así que ahora podía gastárselo saliendo con ella. O sea, una de las cosas más banales que puedes contarle a la gente,
junto a tus sueños o las travesuras de tu mascota.
Cuando llegamos a la puerta del colegio, Taniguchi ya me había explicado tres diferentes opciones de cita con su compañera
inexistente.
Para cuando entré a la sala, Haruhi Suzumiya ya estaba sentada detrás de mí, mirando hacia la ventana sin rastro alguno
de alegría. Su peinado consistía en dos coletas que sobresalían como las manillas de una puerta; "ah, si son dos es que
hoy es miércoles", pensé mientras me sentaba. Y entonces, fui poseído por el demonio. No se me ocurre otra cosa. Antes
de darme cuenta, estaba hablando con Haruhi Suzumiya.
"¿Te cambias de peinado por los aliens?"
Haruhi giró su cabeza hacia mí como un robot y me miró con una cara tan seria que me dio algo de miedo.
"¿Cuándo te diste cuenta?"
Me hablaba como si yo fuera una piedra tirada en la calle.
Ahora que lo pienso... ¿cuándo me di cuenta?
"Eh... hace poco."
"Ah."
Haruhi apoyó la barbilla en una mano, dando la impresión de que ya estaba harta.
"Me parece que cada día de la semana se puede relacionar con una imagen diferente."
Esta vendría siendo la primera vez que tenemos una conversación.
[Nota: Los días de la semana y los elementos entre paréntesis se escriben igual]
"Por colores, el lunes (Luna) sería amarillo; el martes (fuego), rojo; el miércoles (agua) sería azul; el jueves
(madera) verde; el viernes (oro) sería dorado, el sábado (Tierra) marrón claro y el domingo (Sol) blanco."
Me parece que entiendo a dónde quiere llegar.
"Entonces, por números, el lunes sería cero y el domingo seis, ¿no?"
"Sí.,"
"Pero a mí me parece que los lunes deberían ser uno."
"¿Y quién está pidiendo tu opinión?"
"...ah, claro."
Haruhi siguió mirándome, como si mi silencio la molestase, hasta que comencé a sentirme incómodo.
"¿Nos habíamos visto antes? ¿Hace mucho tiempo?", preguntó.
"No lo creo", contesté, y la conversación se acabó, pues en ese momento entró el profesor Okabe.
Ahí fue cuando empezó todo. Nada muy especial, pero ahí empezó. Además, como Haruhi sólo está en la sala durante las clases,
el único momento que tengo para hablar con ella es antes de la primera hora. Y es innegable que estar sentado justo delante
de ella era una ubicación natural para empezar una conversación con ella.
De todas maneras, que Haruhi me respondiese en serio fue una sorpresa. "¡Cállate! ¡Imbécil! ¡Silencio! ¡¿A quién
le importa!?" eran las respuestas que esperaba. El hecho de que aún hablase con ella significaba, probablemente, que
yo estaba igual de chiflado.
Por eso mismo me sentí bastante perturbado cuando, al día siguiente, Haruhi no apareció con los tres mechones correspondientes,
porque había cortado su hermoso pelo largo y negro. Y encima, ¿cortárselo justo el día después de que le toco el tema? ¿No
es un poco apresurado?
"En realidad no", respondió Haruhi cuando le pregunté.
Como siempre, su voz sonaba irritada sin que pudiera saber lo que realmente estaba pensando. No tenía la más mínima intención
de decirme por qué se había cortado el pelo.
Bueno, no esperaba otra cosa.
"¿En serio probaste todos los clubes?"
Luego de su corte de pelo, las conversaciones con Haruhi en los minutos antes de que empezaran las clases se hicieron
una rutina. Como siempre tengo que ser yo el que empieza a hablar, y lo que viste anoche en la TV o el clima de hoy no son
temas aceptables ("demasiado aburrido", diría Haruhi), debo pensar muy bien lo que digo.
"Si encuentras alguno interesante, avísame. Quizás entre yo también."
"No hay ninguno interesante."
Respuesta inmediata.
"Ni uno solo."
Después de responder dos veces, Haruhi exhaló el aire en sus pulmones, que sonó como el batir de alas de mariposa. ¿Acaso
eso era un suspiro?
"Esperaba algo mejor en la preparatoria, pero es lo mismo que antes. A lo mejor elegí el colegio equivocado."
¿Y cuál es tu método para escoger un colegio?
"Los clubes deportivos y artísticos son tan normales que aburren. Con tantos clubes en el colegio, uno pensaría que
hay al menos uno raro."
¿Y, exactamente, cómo concluyes que un club es normal o raro?
"Si me gusta, es raro. Los demás son normales. Es obvio, ¿no?"
Claro. Obvio. Tan obvio que nunca lo había escuchado.
"Bah."
Se puso a mirar hacia otro lado y hasta ahí llegó la conversación.
Otro día:
"Escuché un rumor."
"Probablemente una estupidez, ¿no?"
"¿Es verdad que terminas dejando a todos los chicos con los que sales?"
"¿Quién te da el derecho a preguntarme eso?"
Haruhi echó hacia atrás el pelo que tenía sobre el hombro y me apuntó con sus ojos negros. Uf, las únicas veces en que
su cara no es inexpresiva es cuando está enojada.
"¿Quién te lo contó, Taniguchi? No puedo creer que estemos en la preparatoria y siga en la misma clase que él. A
lo mejor es un acosador."
"Lo dudo." Creo.
"No sé qué te contaron, pero no importa. Probablemente sea todo cierto."
"¿Nunca hubo un tipo que te interesara de verdad?"
"Ninguno valía la pena."
"Ninguno" es una palabra que Haruhi repite bastante.
"Todos eran ridículamente normales. Siempre lo mismo, encontrarnos el domingo en la estación y hacer cosas comunes
como ver una película, ir al parque de atracciones o ver algún partido de algo. Luego comida rápida, un paseo y algo de beber.
Adiós, hasta mañana. ¿¡Y eso es todo!?"
Me estaba preguntando qué era lo que no le gustaba de las citas, pero preferí callarme. Si Haruhi cree que algo está mal,
entonces algo está mal y se acabó.
"¿Y a quién diablos se le ocurre invitarme por teléfono? ¡Las cosas importantes como ésa deben decirse en persona!"
Traté de ponerme en el lugar de aquellos tipos, para los que probablemente era muy difícil hacer algo tan importante -
al menos para ellos - como confesar sus sentimientos mientras eran observados como insectos. Mientras tanto, decidí seguirle
el juego.
"¿Ah, sí? ¿Eso crees? Pues yo la llevaría a algún lugar y se lo diría en persona."
"¡Eso no importa!"
Bueno, decídete, ¿es o no es importante?
"El problema es que en este planeta no hay un solo hombre que valga la pena. Te juro que la mayoría del tiempo que
pasé en la secundaria estuve enojada."
Pues parece que todavía lo estás.
"Y entonces, ¿qué tipo de hombre te gustaría? ¿Un alien, quizás?"
"Un alien. O algo así. En realidad, mientras no sea un humano común, ni siquiera importa si es hombre o mujer."
¿Qué tanto tiene de especial no ser humano? Cuando le pregunté, Haruhi me miró como si fuese idiota.
"¿¡Acaso no es más divertido así!?"
Supongo... que tiene razón.
No voy a discutir con ella. No me importaría si la hermosa y misteriosa chica de intercambio fuese, en realidad, mitad
alien, mitad humana. Y si el idiota de Taniguchi, que se sienta cerca para espiarnos a Haruhi y a mí, fuese en realidad un
detective del futuro, sería bastante interesante. Y si Ryoko Asakura, que por alguna razón me está sonriendo, tuviese poderes
paranormales, entonces la vida en este colegio sería un poco más divertida.
Pero nada de eso es posible. Aliens, viajeros en el tiempo, tipos con poderes paranormales: esas cosas no existen. Y si
existiesen, no aparecerían así como así frente a nosotros. Además, no hay forma de que alguien se me acerque y se presente
diciendo "hola, la verdad es que soy un alien" sin razón alguna.
"¡Por eso!"
Haruhi se puso de pie mientras gritaba, tirando al suelo su silla. Toda la clase se volvió para mirarla.
"¡Por eso es que me estoy esforzando tanto!"
"¡Perdón por el retraso!"
El profesor Okabe, que se veía resplandeciente, alegre y sin aliento, entró corriendo, echó un vistazo a Haruhi, que seguía
de pie con un puño en el aire, mirando al cielo, y al resto de la clase pendiente de ella, y se quedó mudo de asombro.
"Eh... va a empezar la clase."
Haruhi volvió a sentarse y se quedó mirando atentamente una esquina de su escritorio. Menos mal.
Giré mi cabeza hacia delante, lo mismo que el resto de la clase, y el profesor Okabe subió hasta su podio y se aclaró
la garganta.
"Perdón por el retraso... eh... va a empezar la clase."
Y luego de repetir las mismas frases, volvimos a nuestra rutina mundana, que probablemente es lo que Haruhi más odia.
Pero así es la vida, ¿no?
Sin embargo, no puedo ignorar el hecho, algo ilógico, de que envidio un poco la forma que tiene Haruhi de ver la vida.
Nunca abandona la esperanza de que pase algo extraordinario frente a ella; esperanza que yo no tengo desde hace tiempo.
Y no sólo está esperándolo, sino que lo busca activamente. Eso no se puede negar.
Es que ese tipo de cosas, por más que uno espere, no cae del cielo. Así que hay que salir a buscarlas. Por eso las rayas
en el suelo, la pintura en la terraza, los talismanes en las paredes del colegio.
Cielo santo (¿todavía se dice eso?).
No sé cuando habrá empezado Haruhi a hacer cosas que la hagan parecer chiflada, pero supongo que si ya se ha pasado un
buen tiempo esperando, lo suficiente como para que se le agote la paciencia y comience a probar con extraños rituales que
no dan ningún resultado, se hace bastante comprensible el que ande todo el tiempo con cara de odiar al mundo, ¿no? ¿...no?
"Oye, Kyon."
En el recreo, Taniguchi se me acercó con una cara sensible y mística. Te ves como un idiota, Taniguchi.
"Jódete. En fin. Lo que te quería preguntar es desde cuándo eres mago."
"¿Mago?" respondí, mientras recordaba haber oído que la tecnología altamente avanzada no se diferencia de la
magia. Taniguchi apuntaba con el dedo hacia el escritorio de Haruhi que, como de costumbre, estaba vacío desde el final de
la clase.
"Nunca había visto a Suzumiya hablando tanto. ¿Qué le dijiste?"
Qué se yo. ¿Qué le dije? Supongo que lo primero que se me vino a la cabeza.
"Es el fin del mundo."
La cara de asombro de Taniguchi era demasiado exagerada. Kunikida apareció detrás de él.
"A Kyon siempre le han gustado las locas."
No digas cosas que se puedan malinterpretar...
"Me importa bastante poco si a Kyon le gustan locas o no. Lo que me interesa es entender cómo Haruhi pudo entablar
una conversación con él. Me niego a aceptarlo."
"Si es por adivinar, diría que es porque Kyon podría considerase una persona rara."
"Bueno, sí. Una persona cuyo apodo es Kyon no puede ser muy normal. Pero incluso así..."
¡Basta de Kyon! Basta del apodo estúpido y a ver si alguien me llama por mi nombre. Por lo menos que mi hermana me diga
"onii-chan".
"A mi también me gustaría saberlo."
Una voz femenina apareció de pronto entre nosotros. Voz de soprano. Al echar un vistazo me encontré con Ryoko Asakura
con una sonrisa imposible de fingir.
"Suzumiya-san nunca me responde, no importa lo mucho que trate de hablar con ella. ¿Cómo lograste que te hablase?
¿Hay algún truco?"
Lo pensé un poco. O, mejor dicho, puse cara de pensarlo un poco, antes de asentir con la cabeza. A fin de cuentas, la
respuesta era obvia.
"Ni idea."
Asakura se rió.
"Ah... pero de todos modos ahora estoy más tranquila. Me preocupaba que Suzumiya-san se aislara del resto de la clase.
Es bueno que tenga un amigo."
Si alguno se pregunta por qué Ryoko Asakura se comporta como si fuese la presidenta de la clase, es porque, precisamente,
es la presidenta de la clase. Se decidió en la clase anterior.
"Amigo, ¿eh...?"
Incliné la cabeza. ¿Amigo? Me da la impresión de que pasar el tiempo mirando la cara malhumorada de Haruhi no es precisamente
lo que denominaríamos amistad.
"Sea lo que sea, sigue haciéndolo para que Suzumiya-san participe del curso. Tuvimos la suerte de estar todos en
esta clase, así que deberíamos ser amigos, ¿no? Cuento contigo."
Así que cuentas conmigo. Fácil decirlo.
"Desde ahora, si necesito decirle algo, podré hacerlo a través de ti."
Eh, espera un poco. No soy relacionador público ni vocero.
"Por favor..."
Hasta juntó las manos, como rogando. Lo único que pude hacer fue soltar monosílabos como "ah" y "uh"
que Asakura se los tomó como un "está bien". Luego, con una sonrisa como una flor, volvió hacia donde estaban las
demás chicas. Que, por cierto, estaban todas mirando hacia acá, lo que me hizo que se me encogiese un poco más el corazón.
"Kyon, somos amigos, ¿no...?"
Taniguchi hablaba con un brillo sospechoso en los ojos. ¿Pero de qué estás hablando? Hasta Kunikida estaba parado, con
los ojos cerrados y los brazos cruzados, asintiendo con la cabeza por algún razón.
Imbéciles.
Por lo visto, en algún momento se decidió que cada mes se cambiaría el orden en que nos sentamos. Ryoko Asakura, presidenta
de la clase, se paseó con una caja de galletas de latón, llena de papeles doblados en cuatro, para hacer el sorteo. Me tocó
un lugar bastante bueno, junto a la ventana que da al patio, segundo desde la última fila. ¿Y quién se sentó detrás de mí,
se preguntarán? Pues nada menos que Haruhi Suzumiya, con cara de dolor de muelas.
"Quizá los alumnos empiecen a desaparecer, uno por uno. O aparecerá el cadáver de algún profesor en una sala cerrada
por dentro."
"Eso suena un poco peligroso."
"Hay una Sociedad para la Investigación de Misterios."
"¿Y qué tal?"
"Un chiste. Jamás se han topado con algo raro. Los miembros se la pasan leyendo libros de misterio. Y ninguno tiene
pinta de detective."
"¿Acaso esperabas algo más?"
"Pues esperaba más de la Sociedad para la Investigación de los Fenómenos Supernaturales."
"¿En serio?"
"Pero sólo eran un montón de freaks ocultistas. ¿Qué te parece?"
"Pues no mucho."
"¡Argh! ¡Qué aburrido! ¿Cómo no va a haber un club decente en este colegio?"
"Pues si no existe, no puedes hacer nada."
"Yo esperaba que una preparatoria tuviese clubes más radicales. Me siento tan tonta como alguien que quiere llegar
al campeonato nacional y descubre que el colegio no tiene equipo de béisbol."
Haruhi miró hacia el cielo con ojos de cocodrilo, como los de una hechicera lista para empezar un ritual de cien oraciones,
y suspiró como el viento del norte.
¿Acaso tengo que compadecerme?
Haruhi debía dejar en claro, entre otras cosas, qué tipo de club era el que estaba buscando. Si es que lo sabía; lo único
que dice es "quiero hacer algo divertido." ¿Y qué vendría siendo "algo divertido? ¿Resolver un asesinato? ¿Buscar
aliens? ¿Hacer un exorcismo? Me parece que ni ella misma se ha decidido.
"Si no existe, no puedes hacer nada."
Yo me limito a ofrecer mi opinión.
"A fin de cuentas, los seres humanos deben conformarse con lo que hay. Si lo piensas, los inconformistas fueron los
que hicieron los grandes descubrimientos o inventos que hicieron avanzar a la civilización. La gente quería volar, se inventaron
los aviones. La gente quería transportarse más rápido y más fácil, aparecen los automóviles y los trenes. Pero todo eso lo
hizo un número limitado de personas, que tenían planes y conceptos innovadores. En otras palabras, son los genios los que
lo hacen posible. La gente común, como tú y yo, mejor se dedica a disfrutar de una vida normal..."
"Cállate."
Haruhi me cortó justo cuando ya me estaba inspirando, y miró hacia otro lado. Me da la impresión de que está de un pésimo
humor, pero eso no sería nada nuevo.
Creo que no le importa lo que sea, mientras vaya en contra de la rutina que es la realidad. Pero cosas así no aparecen
tan fácilmente. De hecho, no aparecen y punto.
¡Vivan las leyes de la física, que nos dejan vivir en paz y tranquilidad! Qué pena por Haruhi.
Por lo menos es lo que creo.
Una respuesta normal, ¿no?
¿Cuál habrá sido la causa?
Quizá fue esta conversación.
Nunca lo vi venir.
Los brillantes rayos del Sol me adormecían, mientras mi cabeza se balanceaba peligrosamente de aquí para allá, cuando
sentí que algo me agarraba del cuello y me tiraba con una fuerza brutal. A punto de desmayarme, la parte posterior de mi cráneo
golpeó violentamente el borde del escritorio detrás de mí. De inmediato se me asomaron las lágrimas.
"¿¡Qué estás haciendo!?"
Cuando me di la vuelta, lleno de rabia, me encontré a Haruhi de pie y aún agarrándome el cuello de la camisa, con - primera
vez que la veo - una sonrisa brillante como el Sol de Ecuador. Si las sonrisas se midiesen por temperatura, la suya igualaría
a un bosque tropical.
"¡Lo tengo!"
No me escupas, por favor.
"¿Cómo no se me ocurrió antes?"
Haruhi me miraba con ojos que brillaban tanto como Deneb, la estrella más brillante de la constelación del cisne. No me
quedo otra que preguntar.
"¿Cómo no se te ocurrió el qué?"
"¡Si no existe, entonces tengo que hacerlo yo misma!"
"¿Hacer qué?"
"¡Un club!"
Al parecer el golpe con el escritorio no iba a ser lo único que me hiciera doler la cabeza.
"Ah. Genial. Ahora podrías soltarme."
"¿Eso es todo lo que vas a decir? Deberías estar más feliz con este descubrimiento."
"Después me hablas de tu descubrimiento. Hasta puede que me ponga tan feliz como tú. Pero por ahora deberías calmarte."
"¿De qué hablas?"
"Estamos en clase."
Finalmente, Haruhi me soltó. Cuando miré hacia la parte de delante de la sala, pude ver a mis compañeros con las bocas
medio abiertas a la profesora, recién egresada, a punto de llorar, con la tiza en la mano.
Hice un gesto hacia Haruhi para que se sentase rápido. Luego levanté la mano y la dirigí a la pobre profesora de inglés.
Por favor, siga con la clase.
Mientras la murmuraba algo, Haruhi se sentó y la profe siguió escribiendo algo en la pizarra.
¿Hacer un nuevo club?
Vaya...
No me estará contando como miembro, ¿no?
El dolor en mi cabeza presagiaba las desventuras que vendrían.
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